Las acciones diseñadas parten de un análisis de un problema o inquietud llevada a cada una de las sesiones del grupo de Resistencia. Esta vez las acciones se complemetan con una respuesta llamada "Cartelaciones". Estas Cartelaciones, como arte público que son, participan de ciertas características espécificas; su carácter procesual, su emplazamiento público, su método colaborativo y el uso que hacen de ese medio de comunicación elemental y al alcance de todos que es el cartel. Procesual en el sentido de que tan importante como el resultado es el proceso de su elaboración, que supone una toma de conciencia de sus participantes, dotados en adelante de una capacidad de análisis que antes no tenián. La participación colectiva entendida, en el contexto del arte, como el modelado de una " escultura social" tal y como postulara Joseph Beuys. (Jose María Parreño)

Hacer una intervención artística en la calle es situarla en la incomodidad de una percepción no ritualizada. El arte es escencialmente comunicación en este caso muestra  su capacidad generadora y renovadora pero sobretodo en respuesta ante alguna inquietud actual. Desde aquí la acción artística no solo es una intervención en el espacio público si no que tiene una vertiente social comprometida.  Desde el grupo de Resitententes tomamos la calle de forma pacifista pero con un grito imprescindible para crear diálogo, arte y conciencia social.

A la sombra de la farola

entre sus sombras

a su vera

encontré poetas

de los que llenan la vida

de mirada nueva;

aquellos que se recuestan

y te invitan a su vera

a compartir un  momento

en el que la magia vuela

La plaza ya no está sola

sin las prisas

y sus compras

queda la gente buena

que mira siempre a los ojos

y salta la rayuela. 

Caminante que navegas

mis deseos son los tuyos

ser feliz

y que me quieran.

No pases hoy de largo,

vente a la plaza nueva.

 

 

Sonia Martinez Requejo

https://soniamrequejo.wix.com/arte_poesia#!

 

Espacio SIN Consumo

Desde el municipio una vez se veían plazas, calles, escaleras y esquinas. En el dobles de una de ellas, una única vez, bajo una farola el mejor beso inventado. Aprendí  a besar con la ciudad de reojo. ¿Qué hace que la vida merezca la pena? Dicen que las personas con altos niveles de bienestar comunitario se sienten seguras y protegidas donde viven. Se enorgullecen de sus comunidades y creen que éstas van en la dirección correcta. Esta impresión suele repercutir en su voluntad de entrega social sostenida. ¿Parece que nos hemos rendido a que la excelencia y los valores comunitarios se sostengan en la mera acumulación de bienes materiales? Se cuentan cosas como la contaminación atmosférica y la publicidad del tabaco, las ambulancias, las cerraduras especiales para puertas blindadas y cárceles. Se cuentan los coches de policía o el producto interior bruto. Pero ya nadie cuenta la poesía o los besos bajo las farolas. Ya no se cuenta la belleza de un encuentro, solo la calidad de debates públicos. Medimos todo menos lo que verdaderamente hace que la vida merezca la pena.

Recurrimos a la terapia de las compras, cuando estamos decaídos. La tristeza puede hacernos gastar más dinero en nosotros mismos de lo que haríamos en otras condiciones. Sin darnos cuenta invertimos en experiencias y recuerdos, nos olvidamos de la claves del bienestar social. Si un día determinado, según el estudio Gallup sobre las claves de la felicidad, una persona no hace a penas vida social, cuenta con las mismas probabilidades de tener un buen día que uno malo. Sin embargo, cada hora de tiempo social reduce las probabilidades de tener un mal día. Parece que cada hora social mantiene a raya el estrés. ¿Invertimos en el bienestar de los demás? ¿Pueden nuestras relaciones sociales influir en nuestros comportamientos? ¿Necesitamos satisfacer nuestros deseos con compras sin sentido? ¿Se aprovechan las multinacionales de estos efectos para hacernos consumir mediante la publicidad?

Desde la Resistencia poética, probamos con un espacio sin consumo y con tan solo unas sillas, rescatamos una plaza. Aunque a mi me han rescatado los encuentros en la plaza. Recordábamos cuando Callao era plaza y de los bancos donde nos tomábamos un bocadillo entre horas del trabajo. Cuando  quedábamos para jugar y charlar. Quizás la felicidad humana no depende únicamente de los individuos por separado. Quizás la gente forma parte de una red social integrada por unos pilares que olvidamos; la salud, el encuentro, y el bienestar del otro. Son necesarias para comprendernos y comprender que las emociones se expanden con rapidez de una persona a otra. Éstas pueden ser positivas o cargadas de miedos o incertidumbres programadas por intereses comerciales…. Lo dejo aquí, cada cual que saque sus propias conclusiones.

Una noche donde nos apropiamos del espacio y conocimos a diferentes personas que dejaron de ser solo paseantes. Ahora ya forman parte de mi memoria en un intento de romper una espiral decadente y sin querer he vuelto dónde aprendí a besar con la misma luz de entonces.                           Janet Val Triboullier